dilluns, 26 de gener del 2009

Guilty Pleasures


Eso comúnmente conocido en anglosajón moderno como “Guilty Pleasures” siempre me ha hecho muchísima gracia. Sería lo que en castellano se conoce como “placeres culpables”, es decir, aquellas cosas que te gustan y que

a) Te hacen sentir culpable después ya sea por

a.1- Vergüenza al reconocerlo públicamente (es decir, una mezcla entre vergüenza ajena y propia al ver la reacción de los demás)

a.2- Vergüenza al reconocerte a ti mismo que te gusta (es decir, vergüenza propia desde el inicio)

o

b) No son socialmente aceptables. Esto de que no sea socialmente aceptable es más un impuesto propio que no dado por el entorno en sí (aunque puedes llegar a pensar que así es), porque en realidad los límites de comportamiento los acaba por marcar nuestra propia moral, no la colectiva. Este último caso depende del grado de culpabilidad que tu placer te puede reportar. Digamos que no es lo mismo que te guste Un Sueño Para Ella que sueñes por la noche en animales rondando tu cama. Aunque ambos se alejen del canon de lo considerado como “buen gusto” en general.

Bueno, dejando de lado esto, ayer estuve pensando en los Guilty Pleasures y el tiempo que hace que tengo ganas de escribir sobre ellos. Quien niegue tener placeres culpables miente. Todos los tenemos. Otra cosa es que admitamos que son culpables o no. Es decir, yo considero placeres culpables algunas cosas que amigos y conocidos míos no consideran culpables, y viceversa. Pero todos tenemos algo que esconder y que nos sonroja al explicarlo. Y cosas que no explicamos. Esto son los Guilty Pleasures.

Como forma de terapia, he decidido cada X tiempo (¿una vez a la semana? ¿Al mes? ¿Nunca máis?) destapar uno de los que yo considero mis Guilty Pleasures, y animo a los demás que hagan lo mismo. La BBC Radio lleva un tiempo haciéndolo en sus fiestas y su programa mensual, donde, a parte de sonar temas que hacen que te tapes la cara y niegues la cabeza en señal de alarma, artistas reconocidos confiesan atemorizados sus más recónditos secretos musicales (y para mayor inri, los versionan).





Uno de los míos es esta canción, “Put Your Records On”, de Corinne Bailey Rae. Lo admito, me encanta(ba), tanto la canción como el vídeo. Hasta solía tomarme en serio las letras, que no son mucho más complejas de lo que un niño de primaria podría escribir. Me recuerdan al verano de 2007, el mejor julio de mi vida tras mi peor junio. Por aquellas fechas yo trabajaba en una tienda de ropa por las tardes y tenía que aguantar el peor hilo musical de la historia, que además, se repetía cada tres horas. Y entre canción y canción insufrible, sonaba de vez en cuando esta pieza veraniega, que me ponía de buen humor y convertía cuatro minutos de las seis horas de pesadez en puro placer. Recuerdo que mientras sonaba (lo confieso) no atendía nunca a nadie. Todas las veces (tres al día) sumadas, hacen como unas 9 horas de negligencia laboral absoluta en total. Qué vergüenza.




Foto: Summercase 06, otro que tal

2 comentaris:

Albert Lloreta ha dit...

bé, el meu guilty pleasure seria del tipus a.1 i potser no gaire...
sóc molt molt fan, i encara a día d'avui, si ho pillo per la tv, m'hi quedo fins al final... als dibuixos animats en general i al doraemon en particular. m'encanta ell, el seu color blau i la seva butxaca màgica i tenim un amor per sempre al qual no fallaré mai.

Andrea Valverde ha dit...

Saps que tinc una categoria al blog per això? amb Nena Daconte! Al loro!
:)

pd. algun dia t'explicaré una anècdota radiofònica sobre la Corinne Bailey Rae....

Un petó fort guapi