Tenía aquella idea de que las cosas que no querían que ocurrieran no ocurrirían nunca, pero de la misma manera que las cosas que habían ocurrido habían ocurrido en realidad, lo que no querían que ocurriera era susceptible de suceder. La cuestión es que la negación de todo era proporcional a lo impredecible de la inercia. Porque en verdad en todas las rutinas hay este pequeñominúsculo margen de excepción que da paso a una imaginación débil o a algo inesperado. El problema vino cuando lo inesperado representó la esencia de lo que no se espera (porque supongo que la mayoría de lo conocido como inesperado es algo que esperamos para bien). El símil más apropiado para hoy era el encontrarse en la calle en esos días de diluvio universal sin paraguas y con atenuantes. El símil más apropiado para entonces era saber quién era sin que supiera quién eres tú.
1 comentari:
llàstima no tenir un paraigua transparent a mà...
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